Desordenando el caos: El aumento de los recursos para la comunicación han
producido, no que el grado de la comunicación sea mayor, sino más continuo y
en más cantidad provocando en muchos casos una sobresaturación y el
correspondiente descontrol. Sonidos de alerta, timbres telefónicos, forman
parte de nuestra cotidianeidad y el silencio es algo inexistente. Los tonos,
politonos y todo tipo de sonidos crean una constante asinfonía vital. Partiendo
de este caos propongo una vuelta de tuerca desordenándolo al convertirlo en
aleatorio y disperso.
El presente concierto es el alter ego de otra obra mía titulada:
"Concierto para telefonía dispersa".
Son obras en las que se utiliza múltiples teléfonos móviles que suenan
aleatoriamente y sin control aparente.
En el primer caso, el director de orquesta se encontraba en una sala y
mandaba llamadas aleatorias a los teléfonos, estos podían estar situados en
cualquier parten del planeta. Cada usuario recibía una parte del concierto, la
que correspondía a su teléfono, o de estar reunido con otros participantes,
recibía también la parte que correspondiera a ellos.
En el presente concierto, todos los teléfonos están reunidos en una
habitación. Hay múltiples directores de orquesta pues la dirección del
concierto se realiza a través de Internet, mediante un programa que da ordenes
a un PC que se encuentra en la sala de exposiciones y realiza llamadas a los
teléfonos interpretes. Estos teléfonos (con diferentes tonos de llamada), se
encuentran sobre una mesa y sonarán según reciban las llamadas dando forma al
concierto. Se realizarán varias llamadas a la vez con lo que los tonos se
entremezclaran, provocando una caos armónico como una paradoja de la
comunicación-incomunicación.
El concierto se transmite a través de la web de tal modo que quien dirige o
bien quien es mero espectador puede percibir todo el concierto.