«Hay humor, pero también pavor, en las construcciones de Lugán. Hay juego con
el Deseo, pero también una reflexión que se me antoja sombría sobre su
maquinización. Hay un viaje al centro de la tierra, a sus minas, pues es allí
donde nos transportan los materiales que el artista emplea sin ningún género
de ocultación. Y, de ese modo, la electrónica, todo el instrumental técnico
empleado por el artista, se nos revela, en una de sus virtualidades, como los
indecibles vocablos de que se forman no se sabe bien qué nuevos, qué extraños
mitos».
Ignacio Gómez de Liaño